- ¿Qué toma Joaquín a la hora de la leche ?
- Solo agua mineral o jugo natural exprimido. No le des leche porque tiene colesterol.
Este es uno de los diálogos que escuchás cuando la mamá naturista deja a su nene en casa de la madre de dieta libre.
Es que todas las madres queremos ser la madre ideal.. Buscamos ser un compendio entre la madre que no tuvimos, la Pachamama, y una madre modernísima que arreglará al mundo con una crianza del nuevo milenio. Pero fundamentalmente, creemos que nuestro hijo no es un bebé más, sino una cruza entre Niño Índigo, niño prodigio y Mister Pañal.
Es por eso que las supermamis podemos acabar integrando tribus de madres selectas, enajenadas con un fanatismo a rajatabla, convencidas de que nuestra filosofía de crianza es la única y la mejor.
Están las fundamentalistas de la granola, las mamás naturistas que no permiten que sus hijos coman carnes ni alimentos procesados. Todo debe ser integral y orgánico, Mc Donalds en mala palabra, y la Coca Cola es veneno. A sus hijos les dan rodajas de banana en vez de galletitas, pasas de uvas en vez de caramelos y miel en vez de dulce . Cuando el chico se enferma, lo tratan con homeopatía y Flores de Bach , hasta que el pediatra les dice que sin antibióticos el nene seguirá con fiebre. Al fínal, se cansan de procesar brócolis con avena y de combatir virus con globulitos Y al segundo hijo los alimentan con panchos, chizitos y hectolitros de Amoxidal.
Están las mamás intelectuales : apenas el test de embarazo les da positivo, inscriben al bebé en un jardín de infantes trilingüe, para que el nene se sociabilice apenas nace y pueda hacer la primaria en Suiza, si quiere . Duermen al bebé con Mozart y les compran libritos de “Van Gogh para niños”. El sonajero del bebé tiene el abecedario y el babero tiene las tablas de multiplicar. A los tres años los llevan a clases de violín. Si el nene no muestra interés en el violín , les compran un arpa., y si no se engancha con el arpa, les compran el piano de cola. Claro que luego de que el nene abandona todos los cursos de cerámica, piano, francés y vitraux, la madre, harta, deja que el segundo hijo se pase el día mirando programas de cumbia y bailanta en la tele.
Hay madres hippies que parieron al nene en casa, lo llevan en kepina y les dan el pecho hasta los seis años. Tienen a los hijos descalzos gateando en el pasto y jugando en el jardín con barro, entre conejos y perros, o pintando las paredes de la casa con los dedos. La ropa la teje ella en telar , se iluminan con velas y su sueño dorado es vivir en un vagón de tren en Cabo Polonio . Pero al segundo hijo lo manda al cíber para que se deje de patear conejos y no hinche con la digitopintura.
Abundan las madres consumistas, que contratan un decorador top para que acondicione la habitación del bebe apenas ella se saca el DIU . Cuando el nene nace, ya tiene todo el merchandising de Disney y Warner Bros juntas, muchos móviles y guardas divertidas. Al bebé le compra minizapatillas Nike Air cuando aún no sabe caminar. Lo llevan de vacaciones a Disneylandia cuando está en Sala Rosa y se deprimen porque el nene no quiere entrar a ninguna atracción que tenga un túnel oscuro (que son todas). Algo aprenden: al segundo bebé lo instalan en la habitación de servicio, sin móviles ni peluches porque juntan tierra, y de vacaciones lo lleva a la colonia del club del barrio, porque hay que simplificar.
La madre juguetona lleva al bebé a Planeta Juego para rodar con otras madres sobre pelotas gigantes, y en casa hace maracas con vasitos de plástico y porotos, casitas de muñecas con cajas de cartón y títeres con guantes para divertirlo. Hasta que se da cuenta que en realidad quien está aburrida es ella. Entonces se anota en un curso de macramé y otro de salsa y al segundo hijo lo entretiene alquilándole películas .
Entre estas , están además las que creen que al bebé no se lo puede dejar llorar para que no se frustre y las que creen que hay que dejarlo llorar para que aprenda a lidiar con su frustración . Las que creen que hay que obligarlo a dormir la siesta a hora exacta y las que cree que el chico tiene que dormirse cuando él quiera . Las que creen que no puede dejarlo jamás con extraños y las que creen que al nene le hace bien adaptarse a gente nueva.
Todas ellas se desloman para que su hijo crezca según ellas creen que es el estilo mejor. Pero luego, el nene crece...Y cuando una ve que a la madre intelectual el nene le salió deportista, a la fashion le salió hippie y a la naturista le salió un fanático de la comida chatarra, se pregunta : ¿Valió la pena tanto esfuerzo extremista?
La ficha me cayó un día en que mi hija de ocho años me preguntó “ Mami , ¿ por qué no descansás un poco?”, cuando yo la llevaba de la clase de danzas a la de Tae Kwon Do, y de ahí a cocina gourmet para niños. Y entonces supe que para un hijo, la mejor madre no tiene fanatismos ni apuros. Los chicos quieren una mamá confiada y relajada. Que también- ¡oh, casualidad! - es lo mejor para una .
- Solo agua mineral o jugo natural exprimido. No le des leche porque tiene colesterol.
Este es uno de los diálogos que escuchás cuando la mamá naturista deja a su nene en casa de la madre de dieta libre.
Es que todas las madres queremos ser la madre ideal.. Buscamos ser un compendio entre la madre que no tuvimos, la Pachamama, y una madre modernísima que arreglará al mundo con una crianza del nuevo milenio. Pero fundamentalmente, creemos que nuestro hijo no es un bebé más, sino una cruza entre Niño Índigo, niño prodigio y Mister Pañal.
Es por eso que las supermamis podemos acabar integrando tribus de madres selectas, enajenadas con un fanatismo a rajatabla, convencidas de que nuestra filosofía de crianza es la única y la mejor.
Están las fundamentalistas de la granola, las mamás naturistas que no permiten que sus hijos coman carnes ni alimentos procesados. Todo debe ser integral y orgánico, Mc Donalds en mala palabra, y la Coca Cola es veneno. A sus hijos les dan rodajas de banana en vez de galletitas, pasas de uvas en vez de caramelos y miel en vez de dulce . Cuando el chico se enferma, lo tratan con homeopatía y Flores de Bach , hasta que el pediatra les dice que sin antibióticos el nene seguirá con fiebre. Al fínal, se cansan de procesar brócolis con avena y de combatir virus con globulitos Y al segundo hijo los alimentan con panchos, chizitos y hectolitros de Amoxidal.
Están las mamás intelectuales : apenas el test de embarazo les da positivo, inscriben al bebé en un jardín de infantes trilingüe, para que el nene se sociabilice apenas nace y pueda hacer la primaria en Suiza, si quiere . Duermen al bebé con Mozart y les compran libritos de “Van Gogh para niños”. El sonajero del bebé tiene el abecedario y el babero tiene las tablas de multiplicar. A los tres años los llevan a clases de violín. Si el nene no muestra interés en el violín , les compran un arpa., y si no se engancha con el arpa, les compran el piano de cola. Claro que luego de que el nene abandona todos los cursos de cerámica, piano, francés y vitraux, la madre, harta, deja que el segundo hijo se pase el día mirando programas de cumbia y bailanta en la tele.
Hay madres hippies que parieron al nene en casa, lo llevan en kepina y les dan el pecho hasta los seis años. Tienen a los hijos descalzos gateando en el pasto y jugando en el jardín con barro, entre conejos y perros, o pintando las paredes de la casa con los dedos. La ropa la teje ella en telar , se iluminan con velas y su sueño dorado es vivir en un vagón de tren en Cabo Polonio . Pero al segundo hijo lo manda al cíber para que se deje de patear conejos y no hinche con la digitopintura.
Abundan las madres consumistas, que contratan un decorador top para que acondicione la habitación del bebe apenas ella se saca el DIU . Cuando el nene nace, ya tiene todo el merchandising de Disney y Warner Bros juntas, muchos móviles y guardas divertidas. Al bebé le compra minizapatillas Nike Air cuando aún no sabe caminar. Lo llevan de vacaciones a Disneylandia cuando está en Sala Rosa y se deprimen porque el nene no quiere entrar a ninguna atracción que tenga un túnel oscuro (que son todas). Algo aprenden: al segundo bebé lo instalan en la habitación de servicio, sin móviles ni peluches porque juntan tierra, y de vacaciones lo lleva a la colonia del club del barrio, porque hay que simplificar.
La madre juguetona lleva al bebé a Planeta Juego para rodar con otras madres sobre pelotas gigantes, y en casa hace maracas con vasitos de plástico y porotos, casitas de muñecas con cajas de cartón y títeres con guantes para divertirlo. Hasta que se da cuenta que en realidad quien está aburrida es ella. Entonces se anota en un curso de macramé y otro de salsa y al segundo hijo lo entretiene alquilándole películas .
Entre estas , están además las que creen que al bebé no se lo puede dejar llorar para que no se frustre y las que creen que hay que dejarlo llorar para que aprenda a lidiar con su frustración . Las que creen que hay que obligarlo a dormir la siesta a hora exacta y las que cree que el chico tiene que dormirse cuando él quiera . Las que creen que no puede dejarlo jamás con extraños y las que creen que al nene le hace bien adaptarse a gente nueva.
Todas ellas se desloman para que su hijo crezca según ellas creen que es el estilo mejor. Pero luego, el nene crece...Y cuando una ve que a la madre intelectual el nene le salió deportista, a la fashion le salió hippie y a la naturista le salió un fanático de la comida chatarra, se pregunta : ¿Valió la pena tanto esfuerzo extremista?
La ficha me cayó un día en que mi hija de ocho años me preguntó “ Mami , ¿ por qué no descansás un poco?”, cuando yo la llevaba de la clase de danzas a la de Tae Kwon Do, y de ahí a cocina gourmet para niños. Y entonces supe que para un hijo, la mejor madre no tiene fanatismos ni apuros. Los chicos quieren una mamá confiada y relajada. Que también- ¡oh, casualidad! - es lo mejor para una .
(Nota publicada en revista Sophia, 2004)
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